Hija de madre desescolarizada y con un enorme conocimiento cultural, decidí salir de la escuela a los 16 años. Desde entonces, el aprendizaje no formal e informal que adquirí recorriendo carretera tomo gran relevancia en mi forma de concebir la educación.

Como docente, me percibía como una rebelde de la educación, pero nunca lo fui realmente sino hasta que me convertí en madre. Mi hija mayor salió de la escuela a mitad de ciclo escolar en tercero de primaria, mientras la pequeña sólo asistió 4 meses a Segundo de Preescolar. Dicen que una vez que sales de la jaula, es muy difícil regresar a ella; y eso fue lo que me pasó: cuestionaba las dinámicas estandarizadas de la escuela, por lo que decidí tomar la responsabilidad de la educación de mis hijas en mis manos y comenzamos como homeschoolers. Poco nos imaginaríamos que, poco a poco, la responsabilidad de su propio aprendizaje lo tomarían ellas en sus propias manos al convertirse en unschoolers radicales. 

La mayor, es ahora una adulta graduada de la carrera que eligió desde los 11 años, en una universidad escolarizada, por decisión propia. 

La menor ingresó a la universidad que eligió y está estudiando en país que no es el suyo, en un idioma que no es el suyo y que aprendió de manera natural, sin clases formales.

Como hija de madre desescolarizada, adolescente que estudió sin escuela, madre de dos hijas autodidactas y autodirigidas, docente y ejecutiva que tuvo la oportunidad de ver cómo se maneja la educación desde lo público, lo privado y el sector sin fines de lucro en más de 40 países, tuve la oportunidad de conocer a personas que estudiaban el aprendizaje más allá de la visión tradicional formal. Aprendí de ellos a desmontar algunos de los mitos más comunes relacionados con la escolarización y la educación.  Y me di a la tarea de iniciar desescolarizados, para compartir, con aquellas personas interesadas, todo aquello que fui aprendiendo de grandes maestros y mentores.