Descripción
En estos poemas se encuentra un profundo y atinado conocimiento de las pasiones que han conducido la vida del autor, de los saberes de la arquitectura, la escultura y la pintura y de los andares y entuertos de cada una de ellas, tanto por los suelos como por el firmamento. Destaca el conocimiento de la ciencia perfilada cosmogónicamente, en especial de las mal llamadas ciencias exactas, del quehacer de las mismas, de su contenido y de la utilidad de su aplicación, pero sobre todo, del placer causado por el ejercicio mental de la creación que implica tal actividad.
Eupalinos canta a la inigualable inmensidad del anonimato, del pasar inadvertido, no sólo porque evita el mareo, la vanidad y otras consecuencias de la adulación, sino sobre todo porque encierra la garantía de la permanencia de la libertad. Describe a los personajes, grandes para muchos de nosotros, de quienes recibió ejemplo, idea y consejo y de la forma como le cincelaron la formación que lo llevó a convertirse en su escudero; pasa de los grandes del siglo de oro a aquéllos cuya compañía disfrutó en tertulias, ceremonias pueblerinas, parrandas literarias y de su invaluable saber sin registros.
Desdeña al consumismo irracional, fomentado por las ganancias de sí mismo, ese que acaba irremediablemente con los limitados recursos a nuestro alcance, erosionando capacidades físicas y mentales, comerciando hasta con la vida, minando y corroyendo al planeta. Con pasión, revalora la verdadera educación, fuera de las aulas, en contacto con los elementos de los que la ciencia más eminente copia diseños y procesos en forma parcial y sesgada.
No menos apreciables son los logros que hacen eco arqueado de sus amores y querencias, de la geometría, la luz y el griego, de los extranjeros que cayeron cautivos de las bellezas de nuestra tierra, de todo aquello que pinta al autor de cuerpo entero.
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