“El rebelde Ivan Illich” – Firmado por Braulio Hornedo

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Braulio Hornedo, nos cuenta:

¿Quién fue éste extraño pensador que a la vez era absolutamente tradicional y absolutamente moderno. Pensador que hizo una de las críticas más lúcidas y demoledoras de las certezas derivadas de la noción de progreso capitalista, como eufemismo de decadencia y de la corrupción de las instituciones modernas?

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Descripción

El nombre de Iván Illich está inextricablemente ligado a Cuernavaca. Asociado con la fundación del Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) que en los años 1966 a 1976, hizo de Cuernavaca, un punto neurálgico del pensamiento crítico opuesto al progreso capitalista mundial. En el CIDOC se logró conformar en apenas una década de fecundo vuelo, un hito de referencia para las culturas ancestrales subyugadas por la cultura del progreso capitalista. En el CIDOC se forjó un espacio de reflexión y diálogos interculturales, dónde se realizaban intensas, apasionadas y eruditas discusiones, respecto al decadente mundo occidental; la “subdesarrollada” Latinoamérica; y el elusivo afán de desarrollo económico y urbano. En el CIDOC se estaba demoliendo con impecable piqueta, la creencia en el mito de la inmaculada “educación salvadora”, revelándola en su vergonzante función, como el moderno opio de los pueblos. Denunciando que la supuesta “salud” ofrecida por las diferentes instituciones nos enferma y mata, y que el transporte rápido realmente nos inmoviliza y ataranta.
¿Quién fue éste hombre que los “modernos” hemos olvidado y desvanecido en la desmemoria colectiva? Peregrino perenne a lo largo y lo ancho de su amplia patria, oriundo de Dalmacia, en Croacia, aunque nacido en Viena, la capital del recién desaparecido imperio Austro Húngaro, de la Santa Corona de San Esteban. A Viena regresaría con el abuelo materno a lo largo de su primera infancia.
Estudió en Viena, Florencia, Roma y Salzburgo. Trabajó como párroco en Nueva York con las comunidades puertorriqueñas. Vivió en Puerto Rico, donde fue vicerrector de la Universidad Católica de Santa María en el puerto de Ponce, la “Perla del sur”. Fundó en Cuernavaca esa fulgurante morada del pensamiento que fue el Centro Intercultural de Documentación, el legendario CIDOC de Cuernavaca y por el cual transitaron excepcionales personajes intelectuales de mediados del siglo XX.
¿Quién fue ese hombre afable, penetrante, inflexible, lúcido y visionario, que a raíz del cierre del CIDOC se volvió un filósofo poeta itinerante? y que, como un moderno Sócrates, conversaba en prestigiadas universidades y, en contraposición al tradicional salón de clases, descubría un rincón de ensoñación poética (Bachelard) con buena luz y una mesa sencilla, al pie de una biblioteca, para estudiar, reflexionar y entender el mundo. Comer espagueti, beber vino y leer y conversar con sus amigos.
¿Quién fue ese hombre que alguna vez se definió como un cazador de brujas (educación, salud, seguridad entre otras)? Que sin ser pedagogo, ni médico, ni ingeniero, ni arquitecto o urbanista, ni economista, ni feminista, ni alfabetizador, ni político; pero que pensaba y opinaba con autoridad de todas esas temáticas, porque se había tomado la libertad de hablar críticamente desde su “humanismo radical”; dudando y criticando con implacable rigor a la escuela, la medicina, el transporte, la productividad, el papel del género y lo vernáculo, la crisis de energía, los mitos, la hospitalidad, la modernidad, la proporcionalidad?
¿Quién fue éste extraño pensador que a la vez era absolutamente tradicional y absolutamente moderno. Pensador que hizo una de las críticas más lúcidas y demoledoras de las certezas derivadas de la noción de progreso capitalista, como eufemismo de decadencia y de la corrupción de las instituciones modernas?
Iván Illich nació al amanecer del sábado cuatro de septiembre de 1926 en Viena y murió el miércoles dos de diciembre de 2002 en la Universidad de Bremen en Alemania. A los 76 años, 2 meses y 27 días de una existencia plena y reconciliado con la eternidad. Nos abandonó su persona, no el ejemplo indeleble de su vida y de su obra. Nos acompaña la mirada de un humanista cristiano, lúcido y rebelde.

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