
¿Homeschooling o ‘Escuelita’ en Casa? Cómo la sombra de la escuela puede limitar tu libertad educativa.
Introducción: El Salto Valiente y la Sombra Inesperada
Tomaste la valiente decisión, quizás una de las más significativas de tu vida y para tu familia, de educar a tus hijos fuera del sistema escolar tradicional. Quienes lo hacen, suele decir que buscan flexibilidad, personalización, respeto por el ritmo del aprendiz, una conexión más profunda con el aprendizaje, con ellos y hasta con la vida misma. No es un paso fácil y mereces darte una palmadita en la espalda simplemente por aventarte al cambio.
Pero, ¿te has puesto a pensar si, en el camino, aún traes cargando contigo algunas de las mismas estructuras, presiones y métodos que precisamente querías dejar atrás? Replicar las prácticas que conocemos en la escuela es un fenómeno más común de lo que parece. Es una especie de invitado no deseado que doy por llamar “la sombra o el fantasma de la escuela”. ¿Qué es? Pues simplemente la tendencia, a menudo inconsciente, a replicar el modelo escolar tradicional dentro de las paredes de nuestro hogar, limitando irónicamente la libertad y conexión que tanto anhelábamos.
Pero, ¿qué es exactamente esta “sombra”? ¿Por qué nos sigue tan de cerca? Y lo más importante, ¿cómo podemos empezar a reconocerla y a caminar hacia una educación en casa o alternativa verdaderamente auténtica y liberadora?
¿Qué es exactamente “La sombra o el fantasma de la Escuela”?
No, no es un fantasma literal, por supuesto, sino la influencia persistente del paradigma escolar tradicional en nuestras prácticas educativas en casa y que está incrustada en nuestra mente. Se manifiesta de muchas formas:
- Horarios rígidos y divisiones por materia: Una necesidad casi compulsiva de estructurar el día como un horario escolar: Matemáticas de 9 a 10, Ciencias de 10 a 11, Lengua de 11 a 12… como si el aprendizaje sólo pudiera ocurrir en bloques definidos y separados.
- Dependencia del currículum y/o de un libro de texto: Ver el libro de texto o un currículum predefinido como la única fuente válida de conocimiento, sintiendo ansiedad si no se “cubre” todo el material “a tiempo”.
- Separación artificial del conocimiento: Olvidar que en la vida real la ciencia, el arte, las matemáticas y la historia están interconectadas. La cocina es un laboratorio, un paseo por el centro histórico es una clase de historia viva, cuidar las plantas es biología aplicada.
- Énfasis en la evaluación formal: La preocupación por las “calificaciones”, los exámenes o las pruebas estandarizadas como única forma de medir el aprendizaje, ignorando la observación diaria, los proyectos, las conversaciones profundas. Y no se me malinterprete: vivimos en un sistema, y el sistema nos solicita calificaciones “que comprueben” al mismo sistema “que sabemos” lo que nos requiere. Pero como familias que comienzan a cuestionar los métodos tradicionales, debemos conocer las diferencias entre darle peso al aprendizaje vs. otorgárselo a las calificaciones.
- El rol del “maestro” vs. facilitador: Sentir que debemos “dar clase”, pararnos frente a nuestros hijos y dictar un sinfín de datos, en lugar de acompañarlos, facilitarles recursos y aprender junto a ellos, escucharlos mientras permitimos que ellos pregunten. Pero no te preocupes, aún no he conocido a ninguna familia que haya comenzado a hacer homeschooling sin haber convertido una habitación o algún rincón de su hogar en una mini aula. Yo también comencé por ahí.
- Confusión entre “escolarización“, “educación” y “aprendizaje”: Creer que si no se parece a la escuela (un lugar específico, materiales específicos, rutinas específicas), entonces no es “educación real”.
¿Por qué nos persigue esta sombra? Las raíces del hábito
Reconocer por qué caemos en esto es el primer paso para cambiarlo. No podemos comenzar a cambiarlo si ni siquiera lo vemos. No es por falta de intención, sino por una mezcla de factores muy humanos:
- Es lo único conocido: La mayoría de nosotros pasamos años dentro del sistema escolar. Es el único modelo educativo que conocemos a fondo. Replicarlo, incluso inconscientemente, nos da una sensación de estructura y control. ¡Es nuestra zona de confort! Es más, ¿cómo hacer algo distinto si ni siquiera existe en nuestra mente? ¿Conoces al animal llamado Glissomir? ¿No? ¿No sabes cómo es, cuántas patas tiene, de qué color es, ni su tamaño? Claro, tu mente no puede representarlo porque no existe en tu pasado una referencia que le dé un marco que lo sustente. Pues lo mismo sucede con “nuevos” modelos de aprendizaje. Sólo conoces la escolarización y eso es lo que replicas, aún sin quererlo.
- El miedo profundo: El miedo a que nuestros hijos “se queden atrás”, a que no aprendan “lo suficiente”, a que no estén “preparados” para exámenes futuros o para la vida. Este miedo nos lleva a buscar la validación en métodos conocidos y medibles. Y gran parte de ese miedo a que “no sepan lo suficiente o no estén bien preparados”, está relacionado con el miedo a la comparación. La que hacemos nosotros, pero sobre todo la que hacen otros de nuestros hijos con el resto de los chicos de la “sociedad normal”. (El sistema nos ha llevado a creer que normal es la estandarización, pero de eso escribiré en otro texto.)
- Presión social y familiar: Es derivado de lo que compartía en el punto anterior. Comentarios (bien o mal intencionados) de familiares, amigos o incluso de la sociedad en general, que cuestionan la eficacia de una educación menos convencional. Replicar la escuela puede ser una forma de “demostrar” que sí estamos haciendo algo “serio” y “válido”.
- Necesidad de validación: Constantemente buscamos pruebas tangibles de que el aprendizaje está ocurriendo. ¡Incluso como papás “unschoolers”! Los métodos escolares (hojas de trabajo completadas en libros de texto aburridísimos y llenos de espacios vacíos que “debemos” llenar para demostrar que “aprendimos”, exámenes aprobados, -ah, pero con buenas calificaciones, o entonces no aprendiste-) ofrecen esa validación visible, aunque no siempre reflejen un aprendizaje profundo. Como siempre lo digo, y pardonnez mon français: lo único que todo esto refleja son las “horas nalga” que permanecimos pegados a la silla tratando de demostrar que estudiamos lo suficiente. Aquí es en donde insisto que debemos entender bien la diferencia entre estas prácticas y el aprendizaje, para saber a qué damos prioridad.
- Falta de exposición a alternativas: A veces, salimos del sistema por una razón específica (bullying, no se respeta el ritmo del aprendiz, etc.) pero no hemos tenido el tiempo o los recursos para explorar a fondo otras filosofías educativas (Montessori, Waldorf, Reggio Emilia, Charlotte Mason, Aprendizaje Basado en Proyectos, Unschooling, etc.).
Los costos ocultos de vivir bajo La Sombra
Aunque replicar la escuela pueda parecer seguro, tiene consecuencias que pueden ir en contra de nuestros objetivos iniciales:
- Pérdida de flexibilidad y alegría: Se sacrifica la espontaneidad, la posibilidad de seguir los intereses del niño (“rabbit holes”), y a menudo, la alegría misma del descubrimiento. Tus miedos y representaciones de “lo que debe ser” se apoderan de ti y de tu dinámica diaria, por lo que terminas cayendo en aquello que tanto criticabas en un inicio, pero ahora con la presión que el peso recae sobre tus hombros y no sobre los de un docente.
- Curiosidad sofocada: Cuando todo está rígidamente estructurado, hay menos espacio para las preguntas inesperadas, las investigaciones autodirigidas y el asombro. Cuando el miedo de “completar la currícula a tiempo”, de “no retrasarse”, de ir “al parejo” que los niños de su edad, se apodera de nosotros, comenzamos a encerrarnos en las estructuras que conocemos, y con ello nos llevamos a la familia entre las patas. (No supe de qué otra manera decirlo, pero ya sé que no tenemos patas.)
- Desconexión del aprendizaje real: Si bien todo aprendizaje es ‘real’, la sombra de la escolarización nos ha enseñado que no siempre se siente igual de conectado. Quienes cursan el diplomado, la maestría o el doctorado de aprendizaje autodirigido, saben que hay diferencias clave entre lo que se aprende del interés genuino vs. de una estructura escolar, y conocen el nombre de cada uno de estos procesos, pero para quienes no están ahí, la forma de explicarlo es que cuando la ‘sombra de la escuela’ nos lleva a replicar esa estructura externa de forma muy rígida (materias aisladas, horarios fijos), corremos el riesgo de crear una brecha. El aprendizaje puede sentirse como algo ‘para cumplir’, desconectado de su aplicación y relevancia en la vida real, justo lo contrario a la integración que originalmente buscamos en caminos educativos alternativos.
- Frustración y luchas de poder: Cuando familiares, o incluso la pareja, intentan imponer el modelo educativo tradicional por ser el más conocido, y este no encaja con nuestra visión, surgen tensiones. Los niños pueden resistirse y los padres sentir frustración, alimentando luchas de poder internas sobre la ‘forma correcta’ de educar.
- Agotamiento -Burnout- Parental: Intentar ser un maestro de escuela tradicional, un director, un psicólogo y además padre/madre, sin los recursos de una institución, es una receta para el agotamiento.
- Olvidar el “Por qué”: Algo que siempre recalco a las familias que acompaño es: no permitan que el ‘cómo’ opaque su ‘porqué’. Es fácil perderse en las actividades del día a día y olvidar la motivación profunda que los llevó a este camino. Para mantener esa visión siempre presente, una estrategia que recomiendo es crear lo que llamo: ‘El Token’. Se trata de un objeto físico significativo (una pintura, una artesanía, una pieza de barro, etc.) que elijan o creen juntos y que represente la intención original y profunda que los llevó a este camino. Colóquenlo en un lugar visible de su hogar; será su recordatorio constante y servirá como el ancla de su decisión.
Cómo salir de la sombra: Pasos hacia una educación auténtica
Salir de la sombra de la escuela no es un interruptor que se apaga, sino un proceso gradual de desescolarización mental, tanto para nosotros como para nuestros hijos. Aquí algunas ideas para empezar:
- Cuestiona tus creencias: Reflexiona sobre tus propias experiencias escolares. ¿Qué funcionó? ¿Qué no? ¿Qué significa realmente “aprender” para ti? ¿Qué habilidades son verdaderamente importantes para el futuro de tus hijos? Recuerda lo que te gustaba y lo que no al momento de aprender algo.
- Confía en el proceso (el tuyo y el de tu hijo/a): Los seres humanos somos aprendices innatos. Pero los niños tienen esa capacidad de aprender autónomamente aún más fresca. Confía en su curiosidad. Confía en que el aprendizaje sucede constantemente, no solo cuando estamos entre cuatro paredes y parece “académico”.
- Observa y escucha más: Presta atención a los intereses, preguntas y juegos de tus hijos. Esos son los mejores puntos de partida para que el aprendizaje se pueda disfrutar más.
- Integra el aprendizaje a la vida: El aprendizaje y la vida ya están integrados, pero, como dice Seymour Papert, al entrar a la escuela nos enseñaron parar de aprender para comenzar a ser enseñados. Busca las matemáticas en la cocina, la historia en las historias familiares, la ciencia en el jardín, el arte en la naturaleza. Demuestra que el aprendizaje es parte de la vida, no algo separado.
- Flexibiliza la estructura: No tienes que abandonar toda rutina, pero permite que sea flexible. ¿Un día el interés por los dinosaurios eclipsa todo lo demás? ¡Adelante! ¿Quieren pasar la mañana leyendo en el sofá? ¡Perfecto! Te lo digo yo con dos hijas ya adultas y en edad de ser madres en cualquier momento: el tiempo pasa muy rápido. Dale prioridad a que sus memorias sean buenos momentos y no regaños. Te prometo lavadora no forma parte de esos recuerdos a menos que hayan recibido regaños o rechazos porque la ropa tuvo prioridad antes que ellos. El trabajo en casa no termina. Tu tiempo con ellos sí. Va a llegar el día del nido vacío y te vas a cuestionar muchas cosas. Mejor comienza ahora.
- Redefine el éxito: Pasa de medir el éxito por calificaciones o contenido memorizado, a valorarlo por el desarrollo de habilidades (pensamiento crítico, resolución de problemas, creatividad, colaboración), el bienestar emocional, la pasión por aprender y la autonomía. Y va nuevamente: tu mejor éxito será la conexión que lograron.
- Busca comunidad: Conecta con otras familias que estén en caminos similares. Compartir experiencias, dudas y recursos es increíblemente valioso y te recordará que no estás solo/a. Busca grupos en tu localidad o en línea. Cuando yo comencé, hace 25 años, no había con quién hacer comunidad en México. Ahora hay muchas opciones de generar oportunidades sociales.
- Explora diferentes enfoques: Lee sobre distintas filosofías educativas. No tienes que adoptar una al 100%, pero pueden darte ideas e inspiración para encontrar tu propio estilo. Y recuerda: no se trata de imponer un método o tu propio estilo. Cuando menciono que reconectes con tu estilo propio es para que recuerdes cómo aprendes tú y con ello entiendas que las personas que te rodean, también tienen un estilo proprio – que puede ser muy distinto al tuyo- y hay que respetárselos.
Conclusión: Un viaje continuo hacia la luz. (Esto es lo que se llama DESESCOLARIZACIÓN)
Reconocer la sombra de la escuela en nuestra práctica educativa en casa no es un fracaso, sino una oportunidad invaluable para alinear nuestras acciones diarias con nuestras intenciones más originales más profundas. Es un llamado a ser más conscientes de la soberanía de la familia, pero también de cada persona; un llamado a ser más valientes y más confiados en la capacidad natural de nuestros hijos para aprender y crecer.
Este es un viaje continuo de reflexión, ajuste y aprendizaje, tanto para nuestros hijos como para nosotros mismos. Permítete ser flexible, date permiso para experimentar, de equivocarte y remontar, pero sobre todo, disfruta del privilegio de acompañar de cerca el desarrollo de tus hijos en un ambiente de mayor libertad y conexión.
Y tú, ¿en qué punto de este viaje te encuentras? ¿Has reconocido la “sombra de la escuela” en tu hogar? ¿Qué pasos has dado para moverte hacia una educación más auténtica?
¡Comparte tu experiencia, tus desafíos y tus descubrimientos en los comentarios! Tu historia puede inspirar y ayudar a otras familias.
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